LOS HIJOS DEL GORDO GONZALES

Escribe PepeSC

A proposito del asesinato del hincha aliancista Walter Oyarce siento verguenza ajena de ver las lagrimas del padre de David Sanchez, su sindicado asesino, y recapacito y pienso si ese señor no se ha puesto a pensar en como su hijo se condujo por ese "sendero oscuro" de la violencia. Quien avivo esa violencia en la institucion de Breña en los 90, para mi un personaje que podría personificar lo que fue Abimael Guzmán y el "pensamiento Gonzalo", pues para el fútbol el terrorismo se personifico a través del "pensamiento Gonzales", "extermina a tus rivales".  

Es por eso que el incidente del 91, en el estadio de Odriozola, no es un hecho aislado como no lo ha sido ninguno otro producido en los recintos manejados por Universitario, el ataque a hinchas del Boys, y la reciente muerte del joven Oyarce, son hechos planificados por oscuros personajes, dentro de los cuales el "Cholo" Payet era un protagonista manejado por su titiritero, desde el atentado contra el bus de Cristal que quizá marco el inicio del "terror" como política para crear hinchada.

Con esa filosofìa de violencia poco a poco Alfredo Gonzales se hizo de la presidencia de la U, y con su matonerìa tapo sus manejos en la insticuiòn de Breña. Ya antes había declarado en un diario local que en tiempos de Nicolini, el "no habría dejado que la hinchada cervecera creciera tanto", es claro cual fue su filosofía para conseguir ese objeto.

"Loco David", "Cholo Payet", "Caligula", Ratòn", no son mas que producto de ese pensamiento enfermiso de un dirigente pseudo matón que cuando esta solo "arruga" mas que rodilla de elefante, un pensamiento que uso para su propios beneficios, que incluso lo elevaron a la condición de congresista. 

Este triste legado es el que le deja este voluminoso y grasiento personaje a nuestro fútbol, "la violencia como credo", lejos están los tiempos en que los rivales se fotografiaban juntos, que el fútbol era una fiesta, que los hinchas rivales podían salir tranquilos de una misma tribuna, todo se lo debemos al indeseable Alfredo Gonzales.